MENSAJEROS DEL MUNDO (VV-001)
Cuando tengas un sueño
cuéntaselo fiel al mundo;
hazlo no más cantando
y sin presagio iracundo.
Los sueños, sin duda, son los hijos
tiernos del tiempo y de la
vida,
azarosos penden del invisible hilo
racional de la conciencia
furtiva.
Contad cursi vuestros sueños,
que viajen raudos en el viento,
siempre libres y sin dueños,
por cada confín del firmamento.
Cuando afloren al fin tus sueños,
tras el tibio aliento de tu
boca,
se inundarán sin par los años,
de alegres melodías y notas.
Así vivirán ellos en el mundo,
cual espejo de tu
trascendencia;
aunque ya aquí, el tuyo rumbo,
sea, no más, mera reminiscencia.
Cual nobles y sabios
errabundos,
los sueños nos cuentan cuentos:
del ayer y del mañana
vagabundos;
de viajes, de proezas y de espantos.
De aquí, de allá o de extrañas
partes,
siempre abigarrados de misterio;
de esperanzas, de miedos
galopantes,
de líos y cancerbero de
cementerio.
Sueña el niño, el joven y el
viejo;
sueñan dormidos, sueñan
despiertos;
sueña el albo, el pardo y el
negro;
sueña el vivo y hasta sueña el
muerto.
Fieles y eternos, la vida y el
tiempo,
los sueños, sus hijos
misteriosos,
ofrecen a nuestro
temperamento,
cual elixir almo y maravilloso.
Jamás para hacerlos
prisioneros
o callarlos en el mezquino
silencio;
pues ellos son sus mensajeros,
del mundo y de sus amores
recios.
Cuando tengas un sueño
cuéntaselo fiel al mundo;
hazlo no más cantando
y sin presagio iracundo.
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